Y estábamos tan tranquilos, disfrutando de un día de campo, en nuestro rincón favorito del bosque, cuando empezaron los tiros... dos, tres, cuatro... cuatro más al rato. El águila vuela alto, hasta desaparecer; la vieja zorra se instala en lo profundo de su oculta guarida, lamiendo sus zorreznos calma el miedo; las alegres cantoras enmudecen, el silencio las acompaña en la ceba de su segunda nidada; el conejo tiembla, mientras sus gazapos se apresuran por las galerías de la conejera.
Se acabó la armonía con la naturaleza , nuestra salida campestre; el recitar poesía, prosa y hacer fotografías. La muerte ha regresado. Cazadores, ecologistas y escopeteros matarifes cortan de raíz las vacaciones de aquellos que viven el monte en paz en sus vacaciones, con la alegría de disfrutar de la vida. Con la sabieza de amar la naturaleza sin necesidad de matar sus criaturas.
LA MEDIA VEDA
Realmente nunca he entendido la necesidad de matar por placer que inunda los corazones de cazadores y las entrañas de escopeteros; por tanto menos aún esa absurda urgencia de salir armados al campo, en pleno agosto, en busca de trofeos que se exige con la media veda. ¿Qué es esto? ¿Un permiso para matar antes de tiempo? ¿Cuál es el buen tiempo para matar? Para mí, lógicamente, ninguno. Para los cazadores, todos aquellos que permite la ley. Para los escopeteros siempre es un buen día para matar. Está claro que no nos pondremos de acuerdo, a pesar de que todos sabemos lo delicado que está el tema, de la escasez de presas o trofeos existentes, aún es tiempo de crianza para muchas especies y los daños que ocasiona la apertura de media veda donde se desarrolla.
Obviamente el cazador tiene derecho a salir al campo y saciar sus inquietudes cinegéticas; seria hipócrita negar una afición que en realidad no debería repercutir en el declive de las especies, ni la degradación del medio ambiente. Pero aquel que no es cazador y le gusta salir al campo, también tiene derecho a disfrutar de un día en el campo sin necesidad de sentir el plomo de los perdigones caer sobre sU cabeza, ni encontrarse un ave agonizando... o tener que discutir con unas personas armadas ante su proximidad. Obviamente, el escopeterismo, modalidad que permite a una persona armada auto absolverse de las leyes cinegéticas. Auto exculparse de cualquiera de sus actos y abatir cualquier mineral, vegetal o animal que se mueva, sea por un movimiento mecánico o por inercia- lamentablemente es la especialidad cinegética más empleada en nuestros montes y humedales, Y son los que más los que aprovechan sus vacaciones y la media veda para dar rienda suelta a sus inquietudes de gatillo fácil.
La media veda, hoy día, supone entrar en la naturaleza a matar cuando la mayoría de las especies aún se están reproduciendo, cuando las hembras están más agotadas tras sacar adelante a sus camadas, cuando en e! campo dan- sus primeros pasos las nuevas generaciones, cuando muchas especies protegidas -4f en peligro de extinción- dependen de perdigones, palomos y gazapos para sacar adelante su pollada. Y, lo más grave, si cabe, tanto la tórtola común, la codorniz común la chocha perdiz, objetivos clave de la media veda, atraviesan malos tiempos.
ESPECIES EN PEUGRO
Exterminadas en estas zonas, e! movimiento cinegético se desplaza a otras partes de nuestra geografía. Teruel, Guadalajara. Seria. Desde e! Ministerio, estudios realizados por investigadores, indican la delicada situación en que se encuentran la tórtora común, a lo que se une la manifiesta decadencia de la torcaz y la codorniz en toda la provincia Y que decir de! conejo perseguido durante todo e! año. Pero la preocupación va mucho más allá: en el mundo de la jara y la caza, en sus bares de almuerzos calientes y pintorescos personajes. se relatan interesantes historias de caza y competitividad, que lamentablemente acaban en bravuconadas innecesarias de masacre y exterminio. Ya no hay apenas cazadores, sólo personas que alimentan su ego esquilmando nuestro patrimonio natural, liberando sus tensiones laborales o familiares apretando un gatillo y sacrificando una vida, dos, cincuenta. Cuántos pocos son aquellos que en estas fechas salen al campo, armados cual a una guerra fueran. y se abstienen de disparar sobre la inconfundible figura de la rapaz; sobre los perdigones y su hermosa madre; sobre el zorro, la comadreja y la garduña; sobre la rana, la lagartija y la paleta. ¿Por qué hay tantos tiros mal pegados y tan pocas actuaciones policiales? ¿Qué pasa con el SEPRONA? ¿Se les proporciona medios o se le pone más difícil su cometido?
Dicen algunos cazadores que es necesaria una nueva reglamentación, que expulse de las artes cinegéticas a aquellos que recorren el monte afinando contra todo lo que les merece su atención. En realidad es más sencillo: la ley está hecha, sólo hay que 'cumplirla. Por otro lado la industria cinegética alimenta al escopetero, son estas personas las que parecen que muevan su gran motor, los que consumen sin más, se deba o no, los que gastan produciendo ansiados beneficios. El cazador legal no es una máquina de consumo, con un juego de escopetas y los trofeos con arreglo a la ley, no
existe la venta al por mayor, ni daño al medio ambiente. Perola industria cinegética, no conoce la palabra tregua; hoteles, restaurantes, vehículos, revistas, armas, municiones, vestimentas e infinidad de complementos dependen de la caza. exige a los cazadores que cobren su trofeo y paguen tributo...crea escopeteros. Resulta frustrante que se necesite un permiso especial para fotografiar una especie o para plantar una tienda de campaña, y comprobar lo fácil que es conseguir un permiso de armas y licencia de caza para matar la misma especie. Lo más sensato es abandonar la práctica de la media veda; que disfrute de la caza quien deba, en tiempos de abundancia y veda abierta; que nos dejen el verano a aquellos que disfrutamos con una cámara o una vara. Tiempo de paz para las especies que luchan por sacar adelante su especie.
Julio García Robles
Presidente de EDC
Fuente: Mediterraneo